Cerro Tortuga

Está declarado como Bien de Interés Cultural (BIC) y Zona Arqueológica según se indica en la Declaración de Bien de Interés Cultural en el Catálogo General del Patrimonio Histórico Andaluz.

Se incluye en el Catálogo de protecciones arqueológicas del PGOU de Málaga.

Este hallazgo ofrece diversos valores, el primero de ellos, el valor arquitectónico artístico, ya que se encuentra relacionado con las características constructivas de dicho antiguo templo- necrópolis, también presenta un valor simbólico, en el que se ve reflejado el propio pensamiento de la cultura que lo habitó. Por otro lado, hay que considerar el valor etnológico, pues se relaciona, al igual que el simbólico, con la cultura íbera y su relación con la propia construcción en base a sus creencias y actividades. Por último, cabe destacar los valores arqueológicos y paisajísticos/ urbanísticos, pues se centran tanto en la vida del ser humano de la época (se relaciona con el valor etnológico), como en la combinación y armonía que hay entre la arquitectura y el entorno.

El cerro de la Tortuga es un paraje natural sobre el que se ubica un descubrimiento arqueológico de origen Ibero-Púnico formado por un hábitat, templo y necrópolis que vio su máximo esplendor en el siglo V a.C., contaba con una situación estratégica excepcional. El cerro se encuentra ubicado cerca del centro urbano de la ciudad de Málaga, concretamente a unos tres kilómetros hacia el oeste de la misma entre la Residencia Militar Castañón de Mena y la Hacienda de Teatinos.
Las excavaciones de este bien comenzaron en los años sesenta del siglo XX en la cumbre del Monte de la Tortuga, calificado así por el propio arqueólogo que descubrió las ruinas y para diferenciarlo del Monte Coronado de la Palmilla. Gracias a la excavación se encontró un Templo-Necrópolis con un hábitat del siglo V a.C., este al estar ubicado en un cerro está acompañado de unas vistas panorámicas inmejorables de la ciudad ya que se encuentra a una altitud de 175 metros sobre el nivel del mar.
Además, se sabe que el hallazgo comienza unos metros más abajo, entre las fincas de La Alcubilla, por medio de sendas (las cuales llevan hasta dicha cima) en las que se han encontrado también diversas construcciones y todo tipo de restos arqueológicos, desde grabados en las rocas hasta pozos, enterramientos y diferentes piezas cerámicas que se conservan en diferentes museos de la ciudad y de la provincia.

El complejo arquitectónico se encuentra en un estado lamentable de conservación que se viene repitiendo desde hace unos 50 años y que ha perdurado hasta la actualidad pues siguen sin tomarse medidas preventivas. Las heridas patrimoniales que sufre el bien se deben a diferentes factores, principalmente humanos y naturales.
Entre los naturales cabe destacar la propia erosión de la tierra, la cual ha ido desgastando la piedra del monte y ha generado la aparición de grandes y peligrosas grietas en todo el solar donde se encuentran los restos arqueológicos, lo que dificulta y pone en riesgo, tanto la perduración de las ruinas, como la seguridad de los viandantes.
Sin embargo, los factores humanos que han generado el gran deterioro son mucho mayores y apreciables y de ellos destacan el gran expolio llevado a cabo durante años por los conocidos “buscadores de tesoros” por lo que no queda prácticamente nada conservado de las construcciones originales y el constante vandalismo que ha dado lugar a que sobre el propio bien y sobre el monte aparezcan diferentes pintadas con grafitis. Destaca también el abandono progresivo de todo el complejo natural apreciable a primera vista pues durante todo este tiempo la naturaleza y la maleza han ido creando recientes sedimentos, creciendo y expandiéndose por todo el terreno del propio yacimiento, ocultando así los escasos restos arqueológicos que, a día de hoy, perduran y se ubican en el monte. Además, esta situación de abandono se recalca en los muros de dichos restos los cuales, algunos de ellos, han acabado derrumbándose por la falta de mantenimiento.
Por último, hay que destacar el gran inconveniente que genera la contaminación. Esta se encuentra presente en todo el paraje natural, desde el comienzo de los senderos hasta la cima del mismo que, desgraciadamente, actúan en el proceso de contaminación de la tierra de este desconocido y desvalorado complejo natural.

Cultural.

Debido al mal estado en el que se encuentra tanto la zona sobre la que se ubican los restos arqueológicos hallados, como todo el complejo en general, desde los senderos hasta sus alrededores, se proponen las siguientes medidas preventivas que ayuden a la conservación de dicho bien patrimonial: En primer lugar. es necesario la colocación y renovación de vallas que delimitan el terreno y su acceso, pues las existentes están muy deterioradas e incluso existen partes sin delimitar por la inexistencia de estas.
Por consiguiente, se pretende la limpieza en cada una de las áreas y senderos, además, como no, de la cima del cerro, donde se encuentran los restos hallados. Limpieza tanto de la maleza que oculta los restos arqueológicos como de los grafitis que se presentan en todo el bien del monte y sobre los demás elementos arquitectónicos dispuestos por las distintas zonas de los senderos.
A continuación, se considera estrictamente necesario la instalación de papeleras por todo el complejo que permitan desechar toda la basura que se haya dispersa por la zona y evitar así la contaminación del suelo natural, la cual es uno de los agentes principales causante del mal estado en el que se encuentra hoy en día el Cerro de la Tortuga.
En relación a la limpieza, se ve necesaria la introducción de figuras o un cuerpo especializado en el propio mantenimiento a lo largo de todo el año, ya no solo de toda la zona natural, sino también de los restos arqueológicos. En última instancia se requerirán de los servicios de un guardia de seguridad que controle e inspeccione todas y cada una de las zonas del monte. De este modo el complejo contaría con una mayor seguridad y protección evitando en cierto modo la repetición y producción constante de todos estos inconvenientes que han damnificado notablemente tanto el paraje natural como el bien arqueológico en cuestión.

En base al objeto principal de hacer accesible y visitable el Cerro de la Tortuga, dos son las propuestas que se han considerado fundamentales para realizar esta intervención. La primera de ellas, es plantear una solución en relación a lo escarpado del terreno sobre el que se sitúa dicho bien para permitir una mejor movilidad a los viandantes durante su visita al Cerro. Sin embargo, se realizará con precaución para evitar dañar el propio descubrimiento arqueológico.
La siguiente propuesta beneficia al conjunto patrimonial en sí, siendo clave en todos y cada uno de los senderos que llevan hasta el cerro. En este sentido se pretende la construcción de un Centro de Intervención, el cual quedaría situado al inicio del monte en la Avenida de Carlos Haya. Dicho punto de encuentro contribuye a dar una información más clara y concisa tanto del propio bien como del recorrido, ya sea por medio de folletos que amplíen la información relacionada con el cerro como de paneles informativos, tanto del entorno en sí, como de algún aspecto en concreto, cada uno de ellos dispuestos a lo largo de los distintos senderos y zonas de la ruta.
Además se establecerá un riguroso y amplio sistema de balizamiento que ayude en el seguimiento de dicha. Es en este centro donde se encontrarán los guías que acompañarán en todo momento a los visitantes que quieran acceder al hallazgo arqueológico.
Por último, también se propone, al igual que en otros centros interpretativos existentes en la provincia como el de Ardales o el que se pretende construir en el Teatro Romano de Acinipo en Ronda, que en este centro se expongan algunos de los restos arqueológicos que se han sido hallados en el hábitat y en el templo y necrópolis ibero-púnico de la cima del monte como son vasijas de cerámica, objetos en bronce, piedras con inscripciones, esculturas o elementos decorativos.

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